¿Bailamos?

Foto: Recife. Brasil. 2013

Siempre me gustó bailar.  Tan loca soy de la música y del baile que cuando me fui de vacaciones a España vi un cartel en una parada de colectivo que decía ¨Baile¨ y ya lo estaba arrastrando a mi marido para ir al evento, pero después de mirar el cartel me di cuenta que Baile era el nombre de la empresa de ómnibus y no un evento de música. 

Me acuerdo de los cumpleaños de 15, todos los fines de semana teníamos un festejo. Se celebraban a lo grande; en un salón decorado, con catering, mesas redondas, sillas vestidas. Esperaba ansiosa el momento en que bajaban las luces, el salón se oscurecía y empezaba la música y las luces de colores. En ese momento todos nos levantábamos de nuestras sillas y salíamos a la pista para bailar.  

Después de los 15 empecé a ir al boliche. Me acuerdo de llegar temprano para que la pista no esté ocupada y poder disfrutar sin que nadie se te pegue o te empuje. Como vivía en una ciudad pequeña en el boliche pasaban un popurrí de músicas y ritmos. Comenzaban con música antigua, de los años 70, 80 después algo de POP, cumbia, rock, la última canción del verano y obviamente terminaba con los lentos; se encendían las luces para que saliéramos del lugar.  

Cuando me mudé a la capital me quedé sorprendida de la cantidad de opciones que había para salir. Ya no eran boliches sino discotecas y en cada una tocaban música de diferente estilo. Eran pocas las que ponían popurrí de músicas como en mi ciudad.  

Fue en la Ciudad de Buenos Aires donde aprendí a bailar Salsa, Bachata, Tango, Chacarera... Fui a diferentes centros culturales, peñas, clubs, casas de danzas... Donde había música ahí estaba yo.  

El paso del tiempo y el ritmo de la vida te va llevando por diferentes caminos. La correría del día a día hizo alejarme del baile por unos años. Pero volví, era lo que me gustaba, era mi terapia. Volví a bailar salsa, aprendí a bailar Salsa Casino. Bailar en ronda pasando de compañero en compañero me divertía muchísimo, pero me mude. Me fui a vivir a Brasil.  

En Brasil fui becaria en una escuela de baile donde seguí bailando Salsa, Bachata, Tango, pero aprendí muchos otros ritmos: Samba de Gafiera, Forró, Sertanejo, Zouk y conocí el West Coast Swing y me enamoré de ese ritmo, pero de este amor voy hablar en otro post. 

Bailar es una forma de comunicarnos y se puede aprender en cualquier momento de la vida.  Es disfrutar cada paso que das. 

Volví a Argentina y seguí bailando.  

Donde voy bailo porque bailar me da felicidad. Todos deberíamos hacer algo que nos dé alegría. Que nos llene el alma.  

Foto: Brujas. Bélgica. 2019

Y a vos, ¿qué te da alegría?  

Si querés contarme que cosas te llenan de alegría escribime aquí.